diumenge, 25 d’octubre del 2015

Low







Mike Noga


Low pone a tono


Text: Paula Pérez
Foto: Víctor Parreño


Lógico. Lógico que te guste Low. ¿Cómo no sentirse atraído por un grupo así? Es delicado, pero sabe tocar con manos firmes. Distante y cercano a la vez. “Es interesante”, dijo un trentañero entre el público. Pero interesante es quizás la palabra menos acertada pero definir algo realmente interesante. Al dúo liderado por Mike Noga (The Drones), no se le podría calificar igual. Pues si bien eran correctos pasaban desapercibidos al no aportar nada nuevo. Aún así, demostraron su esmero en la puesta en escena.

Onírico. Low es aquella persona con la que sientes la magia, porque te ha cautivado hasta el punto de sentirte inevitablemente atraído por ella. Aunque con una trayectoria de once discos es difícil no hacer cambios, se han mantenido fieles a su principal propuesta de valor: hacer que la armonía gravite en una elegante sensualidad. Vinieron de Duluth (Minnesota), ciudad conocida por tener un acuario y aparecer en la serie Fargo, a Barcelona para engatusar a los asistentes. Esto se puso de manifiesto cuando toda la sala se sorprendía de sí misma al escucharse cantar Landslide durante momentos que parecían no tener fin. Con su pop ambiental recrearon el clima hipnótico propio de una pareja que aún no son tal. Cuando hay seducción y encanto mutuo, los ojos transmiten una energía extraña al mirarse frente a frente, que es vivida como si de una ensoñación se tratase. Low podría ser la banda sonora de la mirada predecesora al primer beso.

WOW... Dijo el señor de detrás en la centésima de segundo silencioso antes de que estallen los aplausos. WOW, pensó la arrebosada Sala Bikini mientras chocaba las manos frenéticamente. ¡WOW!, gritaron algunos cuando comenzó What Part of Me. Poco importa que sea la séptima canción de un álbum Ones and Sixes (SubPop, 2015) que se lanzó el 11 de septiembre. La gente controlaba. Este es uno de esos grupos independientes que no están en los canales habituales de distribución, por lo que solo llegan a paladares musicales muy eminentes. De ahí que el viernes por las calles de Les Corts pulularan multitud de extranjeros, melómanos y artistas, como Oscar d'Aniello y Enric Montefusco, cantantes de los tristemente recién disueltos Delafé y las flores azules y Standstill, respectivamente. Al final del concierto, Alan Sparhawk dejó ver su lado humano cuando olvidó de cómo seguía la canción y la continuó improvisando. Demostrando que la belleza no siempre va encadenada con la perfección.

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